El miedo como emoción

El miedo como emoción

¿Qué es el miedo?

El miedo es una emoción útil que nos moviliza y hace que tengamos la energía suficiente para hacer frente a peligros: nos permite huir, luchar o quedarnos quietos-as.
Sin el miedo, no nos daríamos cuenta de cuando hay un posible peligro y, seguramente, las consecuencias serían fatales. ¿Te has planteado por qué miras antes de cruzar la calle? Porque sabes que hay un peligro: puede que pase un vehículo.

¿Es malo tener miedo?

Es una emoción natural que sirve para ponernos en alerta en situaciones amenazadoras, para protegernos.
No hay que evitarlo, sino ayudar a afrontarlo para que no nos paralice. El miedo disminuye cuando es expresado ante otras personas y cuando aceptamos nuestra vulnerabilidad compartiéndola con los demás.

En realidad, el miedo es una de las emociones básicas que tenemos todos los seres humanos, como la alegría, el enfado, la tristeza… En este sentido, recordemos que las emociones son reacciones afectivas y subjetivas al ambiente, que permiten adaptarnos al entorno.
Así que el miedo es una especie de alarma primitiva que nos permite escapar de las amenazas y, por tanto, mantenernos a salvo. Como cualquier emoción, tiene una función adaptativa necesaria, aunque mal gestionada puede ser una emoción de las más desequilibrantes, pudiendo llegar a condicionar, limitar o distorsionar la vivencia de la realidad, haciéndonos ver “fantasmas” donde no los hay.

El origen del miedo

innatos, y uno de ellos, y quizá sea una de las características principales para su supervivencia, siempre ha sido el miedo.
El origen del miedo se encuentra en el sistema límbico, donde residen las emociones. Obedece a un mecanismo hormonal que se desencadena en la amígdala central produciendo una reacción anestésica que prepara al sujeto para el peligro.
3 son las respuestas básicas ante el miedo extremo cuando estamos ante un peligro o sufrimos una agresión: atacar o luchar, huir o escapar o paralizarse.
En el ser humano podemos hablar de miedos evolutivos, que cambian según las etapas:

• Miedo en el primer año de vida: sonidos fuertes y pérdida de apoyo; personas y objetos extraños; separación.
• Miedo entre uno y dos años y medio: se añade a las personas extrañas ciertos animales (como los lobos) y fenómenos naturales tales como los relámpagos.
• De dos y medio a seis: aparte de lo anterior, se incorporan la oscuridad, fantasmas y monstruos.
• De seis a once: más realistas y específicos como el daño físico, los médicos y la muerte.
• De once a trece: reducción de los miedos de tipo animal e incremento de miedo a la crítica y al fracaso; cambios en la propia imagen, temores en lo social, económico, autoimagen; temores asociados al mundo académico.
• De trece a dieciocho: de mantienen los miedos de la preadolescencia y toman relevancia otros como el sexo, las relaciones interpersonales, el rendimiento personal y la evaluación social.

  • Miedo en el primer año de vida: sonidos fuertes y pérdida de apoyo; personas y objetos extraños; separación.
  • Miedo entre uno y dos años y medio: se añade a las personas extrañas ciertos animales (como los lobos) y fenómenos naturales tales como los relámpagos.
  • De dos y medio a seis: aparte de lo anterior, se incorporan la oscuridad, fantasmas y monstruos.
  • De seis a once: más realistas y específicos como el daño físico, los médicos y la muerte.
  • De once a trece: reducción de los miedos de tipo animal e incremento de miedo a la crítica y al fracaso; cambios en la propia imagen, temores en lo social, económico, autoimagen; temores asociados al mundo académico.
  • De trece a dieciocho: de mantienen los miedos de la preadolescencia y toman relevancia otros como el sexo, las relaciones interpersonales, el rendimiento personal y la evaluación social.

Lo normal es que estos miedos disminuyan con la edad aunque, en ocasiones, pueden estancarse y derivar en patologías como la ansiedad.

¿Cuándo es malo el miedo?

El miedo es necesario. Nos ayuda a estar a salvo del peligro pero debemos tener en cuenta los siguientes puntos:

El miedo no es sano cuando aumentamos nuestra cautela más de lo que realmente necesitamos para mantenernos a salvo y cuando nos impide hacer cosas que disfrutaríamos, de no ser por nuestra angustia injustificada.

Miedo, ansiedad o fobia

Visto lo anterior, será útil identificar lo que sientes, ya que así observarás si estás dentro del territorio normal del miedo o si esa alarma natural está yendo demasiado lejos. Toma nota:

Miedo

Los sentimientos de miedo, preocupación o estrés pueden ser molestos, pero lo normal es que desaparezcan cuando desaparece la causa del estrés (por ejemplo, los nervios desaparecen después del examen). Aquí no necesitarás mucha ayuda para combatir tus miedos porque no duran mucho.

Ansiedad

La ansiedad es algo más serio. De nuevo, antes de un evento importante es normal sentirla, al igual que tras experimentar después de un evento estresante, como un accidente.
La ansiedad se diferencia del miedo principalmente en que se produce ante algo más incierto. Aquello que la genera puede ocurrir, aunque no es muy probable que ocurra (puede que me quede sin trabajo, que no gane lo suficiente para vivir, que mi pareja me abandone…). En la ansiedad nos anticipamos a la situación, proyectándonos hacia el futuro.
La ansiedad siempre va unida con la preocupación.

Fobia

Se trata de un miedo irracional a un determinado objeto, ser o situación. Alguien con una fobia puede experimentar una ansiedad intensa cuando se expone a este objeto o situación en particular, o a veces solo con pensar en ello.
Estas son fobias muy comunes:

  • Volar
  • Claustrofobia
  • Arañas y otros animales
  • Inyecciones

¿Y tú? ¿Te sientes bien con tu miedo? Ya sabes que desde Ipace tratamos de ayudarte de muchas formas para que tengas una vida de bienestar. Puedes consultar nuestras publicaciones de psicología positiva para inspirarte y alcanzar ese día a día ligero y lleno de luz. ¡Feliz otoño!

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