Emociones básicas

Emociones básicas

¿Qué son las emociones básicas? ¿Cómo las gestionamos? Hoy, dedicamos este contenido a la alegría, el miedo, la ira, la tristeza, la sorpresa y el asco, emociones básicas en las que también es necesario ahondar para equilibrar nuestra vida.

¿Qué son las emociones básicas?

Seguro que recordaréis la famosa película de animación Inside Out (Del revés). Esa en la que una niña, Riley, ha de hacer frente a sentimientos hasta ahora desconocidos para ella, con todo lo que eso supone. El film de Pixar ayudó a muchos menores a comprender que en nuestra vida necesitamos algo más que la alegría y que el secreto está en saber canalizar todas esas emociones básicas con las que convivimos cada día.

Esas emociones básicas son la alegría, el miedo, la ira, la tristeza, la sorpresa y el asco. Se trata de emociones primarias a las que podríamos sumar muchas otras, como el amor, la vergüenza, los celos, la envidia, la calma y un largo etcétera más a las que se suman esas otras secundarias y más complejas: el humor, el desprecio, el orgullo, la ansiedad, la admiración…

¿Por qué nos referimos a estas emociones como básicas? Porque aparecen de manera automática ante un hecho o estímulo concreto que resulta importante para nosotros. De hecho, la clave para el control de las emociones básicas reside en la capacidad para detectar el hecho causante y ponderar si nuestra reacción ante el mismo es adecuada o desmedida. Esa reacción puede ser corporal, conductual…

Es por esta razón que existen múltiples títulos literarios encaminados a la detección de las emociones y a su posterior gestión de manera adecuada. Uno muy famoso es El monstruo de colores, escrito por Anna Llenas y publicado en 2012. Un libro infantil que ha batido récords de ventas y que incluso se emplea en los centros educativos. Si bien es cierto que obras como esta pueden tener también sus detractores, de lo que no cabe duda es de la importancia que brindamos a esas emociones básicas y a su control desde edades tempranas.

La importancia de la inteligencia emocional

La importancia de la inteligencia emocional

Hay quienes clasifican las emociones básicas en positivas o negativas, en saludables o no saludables, en agradables o desagradables. Es decir, en función del estado de ánimo que suscitan o en función del hecho causante. Sin embargo, es necesario saber que todas estas emociones son necesarias para mantener nuestro bienestar emocional. Como hemos apuntado antes, lo realmente importante es saber manejarlas de manera inteligente.

De hecho, los traumas que arrastramos desde la infancia, aquellos que nos pasan factura durante la edad adulta, se asientan en una falta de herramientas para aprender a distinguir adecuadamente nuestras emociones y, por tanto, a gestionarlas de manera adecuada.

Uno de los principales trabajos que desarrollamos desde el centro de Psicología Aplicada Ipace en Vitoria-Gasteiz es, precisamente, es dotar a las personas que nos piden ayuda a asumir esas herramientas para poder detectar emociones básicas, también las pasadas, y gestionarlas.

Al fin y al cabo, las emociones básicas son universales, comunes a miles de culturas y capaces de asociarse a expresiones o comportamiento determinados y globalmente compartidos. Y lo son porque cumplen una función importante de asimilación del entorno y capacitación para la supervivencia en el mismo.

Por ejemplo, el miedo nos ayuda a evitar un peligro, la ira, a defendernos de un ataque o actuar contra una injusticia; la tristeza, a recomponernos ante un acontecimiento imprevisto que nos disgusta; la admiración, a emular a personas que consideramos ejemplos de vida y así sucesivamente.

Conocer las emociones, las básicas y las menos básicas, es un ejercicio vital que aporta coherencia a nuestra vida y equilibrio emocional. Es abrazar la inteligencia emocional.

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