27 Oct “Lo que no se comunica, no existe”
Aseguran los expertos y expertas en la materia que de una adecuada capacidad para comunicarnos con los demás depende no solo nuestra posibilidad de vivir en sociedad de manera satisfactoria, de interactuar con los demás, sino de lograr desarrollarnos como individuos.
Señalan también que la base de una comunicación efectiva se adquiere en el seno de la familia. Es en este donde desarrollamos desde pequeños la empatía, la tolerancia, la comprensión y ese poder de resiliencia que requiere la comunicación bien entendida.
Y es que, al fin y al cabo, comunicar es un acto vital, prácticamente inseparable de nuestra propia existencia, y de nuestra supervivencia en sociedad. La comunicación desempeña un papel fundamental en nuestras relaciones interpersonales, así que, puestos a comunicar, que esta reme en favor de nuestros objetivos y, claro está, que contribuya a nuestro bienestar y al de quienes nos rodean.
No en vano, en los últimos años, el poder de la comunicación ha tomado relevancia en el mundo empresarial, articulada como una herramienta capaz de sembrar la estabilidad emocional entre los equipos de trabajo, incrementando los niveles de motivación y eficacia, pero también la salud mental de empleados y empleadas.
De hecho, la comunicación positiva se ha convertido en uno de los valores imprescindibles que ha de atesorar toda persona llamada al liderazgo, ya sea en una corporación o al frente de una organización pública.
Porque, ya se sabe, como dijo Gabriel García Márquez, “lo que no se comunica, no existe”. Y aunque dicha frase esté ya un tanto manida, pues se recurre a ella con asiduidad en las esferas del marketing y la publicidad, también de la comunicación, no por ello es menos cierta.
Claves para una comunicación efectiva
Aprender a comunicarnos en el trabajo, aprender a comunicarnos con nuestros hijos, aprender a comunicarnos con nuestra pareja… Nunca antes la comunicación, como herramienta para el entendimiento, había tomado tal relevancia. Y no solo en la esfera doméstica, como hemos señalado, también en la profesional.
Los cursos sobre comunicación positiva en el ámbito laboral son ya un habitual de los planes de beneficios y los videotutoriales sobre comunicación en el seno familiar, especialmente con adolescentes, cosechan un número de seguidores y seguidoras abrumador en las redes sociales.
Sin embargo, saber comunicarnos adecuadamente, es decir, expresar nuestros sentimientos y opiniones de modo claro y sin dañar a los demás, orientados siempre al beneficio común, requiere cierta introspección. La escucha activa, la comprensión y el lenguaje positivo pasan por el autoconocimiento. Y este último requiere, a menudo, que recurramos a la psicología aplicada.
Aún con todo, y ya iniciado ese camino de desarrollo personal para mejorar la comunicación con los otros y otras, podemos adoptar algunas pautas, ponerlas en practica diariamente, para acercarnos un poco más a esa conducta comunicativa que queremos cultivar. A saber:
- Sustituir el no por un tal vez si… como formula de respeto a otras opiniones y reconocimiento al esfuerzo realizado.
- Jamás interrumpir a quien está trasladándote sus inquietudes.
- Ofrecer un feedback siempre constructivo, que ponga de relieve los aspectos positivos de la contribución de esa otra persona.
- Evitar el lenguaje y el tono imperativo. Practicar la cortesía y la escucha activa.
- Buscar soluciones que impliquen la colaboración de los demás, no culpabilizar a quienes tenemos al lado, verbalizando opiniones personales infundadas o buscando el victimismo.
- Aparcar los prejuicios y abrir la mente a la riqueza que supone convivir o trabajar con un grupo muy heterogéneo.
En definitiva, se trata de comunicar sin dañar sensibilidades, reconociendo al otro u otra como igual. Si lo conseguimos, lograremos para los demás, y para nosotros y nosotras mismas, enormes beneficios:
- Estabilidad emocional.
- Seguridad y empoderamiento.
- Creatividad.
- Motivación.
- Optimismo.
- Mayor capacidad para la resolución eficaz de problemas y de conflictos.
Comunicar bien es gratificante, nos perfecciona como personas y fortalece nuestras relaciones con los demás.
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