La vergüenza: 6 cosas que deberías saber

La vergüenza: 6 cosas que deberías saber

La vergüenza es una respuesta emocional compleja que todos los humanos adquirimos a lo largo de nuestro desarrollo temprano. Así lo afirma el psiquiatra Alen J. Salerian , que la define como un sentimiento normal de las personas y sus comportamientos, no necesariamente vinculado a una enfermedad o patología. De hecho, añade, en algunas ocasiones sería anormal no sentir vergüenza.

El problema surge cuando la vergüenza traspasa la barrera de una reacción puntual y se convierte en una parte integral de la autoimagen o el sentido de autoestima de una persona.

En estos casos, la vergüenza y sentimientos derivados como la humillación o la humildad extrema pueden llevarnos a las fobias sociales, trastornos alimentarios y un largo etcétera de otros problemas personales y sociales.

Cómo comienza la vergüenza

La doctora y psicóloga Marilyn J. Sorensen, de Oregón, explica el origen de estos trastornos centrándose en el concepto de adecuado o inadecuado. Así, afirma que desde el comienzo de nuestra vida, las personas desarrollamos una imagen interna de nosotras mismas, percibiéndonos como adecuadas o inadecuadas en el mundo. Por ello, muchos niños y niñas que han recibido una educación muy severa y crítica, acrecientan después sentimientos de inferioridad que, en muchas ocasiones, son el germen de la baja autoestima. Esta puede derivar en el miedo al rechazo por cometer un error o por no conocer bien las normas del contexto. La falta de autoestima se convierte en una bola de nieve que se carga de hipersensibilidad y hace que experimentemos “ataques de autoestima”, según la doctora Sorensen.

Para la psicóloga estadounidense el sentido de culpa, por contra, es positivo, ya que “se trata de una respuesta de individuos psicológicamente sanos que se dan cuenta de que han hecho algo mal. Les ayuda a actuar de manera más positiva, más responsable, a menudo para corregir lo que han hecho”.

En resumen, la culpa es un sentimiento que tenemos porque hemos hecho algo mal y la vergüenza, una constante en nuestro interior (por defecto lo vamos a hacer todo mal o no vamos a actuar según cómo se espera, al no conocer las normas de quienes nos rodean).

El papel de la educación en la vergüenza

En verdad, las personas no comenzamos a sentir vergüenza desde que nacemos, sino a partir de los dos o tres años de edad, cuando somos conscientes de nuestra propia existencia y sabemos que hay un entorno que nos mira y que juzga lo que hacemos.

Por ello, recibir una educación muy severa e inflexible en la niñez no hace sino acuciar la base de una vergüenza que puede perjudicarnos el día de mañana.

Al tratarse de una emoción ligada a las normas sociales, la cultura a la que pertenezcamos hará que sintamos vergüenza o no por un mismo hecho.

La vergüenza y las características de la personalidad

No solo son las normas sociales las que nos hacen sentir vergüenza. Nuestra forma de ser también juega un papel importante y determinará la importancia que le demos al hecho en cuestión. Por ejemplo, hay personas a las que les da mucha vergüenza hablar en otro idioma por miedo a cometer un error gramatical y que les tachen de ignorantes. Sin embargo, otras personas son conscientes de que están hablando en una segunda lengua y que no pasa nada por cometer un error, así que, cuando dicen algo incorrectamente siguen adelante o simplemente explican que su conocimiento del idioma no es muy alto, pero sin ningún tipo de complejo.

La vergüenza como mecanismo de adaptación en nuestra sociedad

Cuando sentimos vergüenza nos encogemos, queremos desaparecer, somos como seres diminutos… y a nadie le gusta esa sensación. Por ello, la vergüenza no deja de ser un mecanismo de adaptación en nuestra sociedad, ya que nos obliga a no bajar la guardia para cumplir con las normas en todo momento.

El problema es cuando llevamos la vergüenza demasiado lejos y nos impide disfrutar de situaciones que nos harían bien, pero sencillamente nos da miedo cometer un error y nos las perdemos. Puede tratarse de una fobia social o una timidez extrema, para lo cual nos ayudaría recibir una terapia.

La vergüenza buena y la vergüenza mala

Está claro que, según cómo seamos y hasta qué punto llegue nuestra vergüenza, no bastará con seguir unas cuantas propuestas. En casos extremos sería conveniente consultar a un profesional que nos ayudará con una terapia adecuada.

No obstante, desde IPACE os planteamos cómo la vergüenza puede tener sus puntos positivos y cómo debemos detectarla cuando es capaz de impedir que tengamos una vida más placentera.

En primer lugar, debemos identificar qué tipo de vergüenza sentimos. ¿Estamos ante una vergüenza funcional? Es el tipo de vergüenza que sirve de chivato, de alerta a la hora de evitar errores y protegernos de contextos hostiles. Si es así, debemos mirarla de forma positiva.

Sin embargo, si se trata de una vergüenza disfuncional, es decir, que impide que realicemos acciones cotidianas necesarias o incluso beneficiosas solo por el miedo a hacer el ridículo, sí que debemos tenerla en cuenta, ya que podría bloquearnos e impedir que vivamos con normalidad. Nuestra vergüenza nunca debe llevarnos al autocastigo o a sentir humillación, sino a aprender de nuestros errores.

La perfección es otro sentimiento relacionado con la vergüenza. Es bueno querer hacer las cosas bien y es normal desear que nos admiren y reconozcan. Negarnos el derecho a ser admirados o admiradas, así como censurarnos por ello puede estar relacionado con la falsa modestia. ¿Por qué no nos puede gustar que gustemos? ¿Por qué ese sentimiento de culpabilidad? Siempre y cuando no nos condicione hasta el punto de la obsesión o del narcisismo, es absolutamente natural y comprensible desear brillar.

Consejos para sobrellevar la vergüenza

  1. No te avergüences de algo normal. Porque es humano sentirla, así que reconócela sin complejos y no te verás en la obligación de justificar tu comportamiento. Un problema menos.Las palabras crean. Todo lo que digas en alto cobra vida y puede ser gestionado mejor. Así que comparte con personas de confianza lo que te pasa y seguro que será más fácil valorar las situaciones que te incomodan sin tanto estrés.
  2. Desinhibición. Muchos actores y actrices famosas decidieron aprender a enfrentarse a su timidez mediante el teatro. Es solo una de las actividades que te ayudarán a perder la vergüenza, al igual que la risoterapia o la danza.
  3. Aprende a relativizar. Baja un poco el listón en aquellas situaciones que consideres importantes, pues es en ellas donde aflora la vergüenza. No te exijas tanto y sé más flexible. Una cosa es que seas responsable y otra, que te exprimas y flageles por no cumplir unas expectativas demasiado altas.
  4. Analízate desde fuera. Imagina que lo que tú has dicho lo ha afirmado una amiga. Probablemente no te parezca un error tan garrafal, es posible que incluso justifiques su error con diversos argumentos. Verte desde fuera puede ayudarte a relativizar tu grado de error y alejarás las emociones negativas de tu comportamiento, comprendiendo tus “imperfecciones” como algo normal e, incluso, hasta con su encanto.
  5. Si no puedes vencerla, pide ayuda psicológica: En Ipace siempre te animamos a que te apoyes en un profesional cuando no logres por tus propios medios salir de esa angustia que te impide disfrutar de una vida llena de bienestar y paz. Pedir ayuda es signo de valentía y madurez, así que no te rindas, que todo puede despejarse. Y lo mejor es que esto no depende del juicio de las normas sociales y culturales establecidas: esto, simplemente y por fortuna, solo depende de ti.
No Comments

Post A Comment