¿Qué es la crianza positiva?

¿Qué es la crianza positiva?

Un ascenso a la montaña
Imagina por un momento un/una guía de montaña. En este ejemplo la montaña es la infancia, el/la guía son las madres/padres y, por último, las personas excursionistas son lxs niñxs.
Mediante técnicas positivas, el/la guía de montaña sacará lo mejor de cada excursionista para hacer de ellos y ellas alpinistas capaces de escalar desde el monte urbano más pequeño hasta cualquiera de los montes que hay por su comarca, región o país.

No se trata de ganar una batalla frente a los hijos e hijas, en imponer nuestras normas o quedar por encima, sino en escuchar y comprender, en ir de la mano y avanzar felices y al unísono. Esto lo convertirá en un proceso placentero y más disfrutable, menos tenso y más gratificante que la lucha diaria por llevarnos el gato al agua y tensar una cuerda que, al final, se acabará rompiendo sin remedio.

La crianza positiva, en sí misma, es un proceso de apoyo y empoderamiento, un proceso que nunca acaba y en el que siempre descubrimos cosas nuevas y buenas, tanto nuestrxs hijxs de nosotrxs como nosotrxs de nuestrxs hijxs.

Recuerda siempre a nuestro/a guía de montaña: si usa técnicas de enseñanza positiva será capaz de sacar lo mejor de sus excursionistas. Con amabilidad, pero con firmeza al mismo tiempo.

Hasta aquí, el concepto teórico puede sonar ideal, pero llegados a este punto nos debemos preguntar: ¿cómo podemos implementar la crianza positiva en el día a día?

La crianza positiva en el día a día

No es nada fácil educar, ya lo sabemos. En la rutina es donde se nos pone a prueba y a veces es complicado dar la talla. Por ello, la crianza positiva es el mejor método en todos los sentidos. Nos ayudará a mantener mejor nuestro equilibrio emocional y el de nuestrxos hijxs, además de llenarnos de bienestar, comprensión y amor, haciendo nuestra relación familiar más sólida y placentera.
Estos son algunas de las orientaciones que os facilitamos desde IPACE para reforzar vuestro acompañamiento diario en la crianza de vuestrxs hijxs.

  1. CONEXIÓN ANTES QUE CORRECCIÓN. Para ganar la autoridad con nuestrxs hijxs primero tenemos que conectar emocionalmente. Tenemos que hacerles sentir que somos su refugio, un lugar donde no serán juzgadxs, ridiculizadxs, sus emociones, opiniones, ideas serán tenidas en cuenta…
  2. FOMENTAR LA AUTOESTIMA. Un primer paso en nuestra ruta es estimular la autoestima de nuestrx hijx. Para ello, nuestro papel es básico, será el de empoderarles, ofrecerles oportunidades de sentirse válidxs, capaces… para que ellxs mismxs vayan forjando una idea satisfactoria de si mismxs. Ofreceremos aliento que favorecer la validación interna. El foco debe estar puesto en la actitud y el esfuerzo y no tanto en los resultados obtenidos.
    Nuestro guía de montaña, en este caso, siempre reconocerá el esfuerzo y apoyará a su grupo en todo tipo de travesía, alejándose de las comparaciones, ya que esto heriría al niño/niña y derrumbaría en un segundo todo lo que habíamos construido.
    ¿Te imaginas a nuestrx guía de montaña diciendo a sus excursionistas que es uno de los peores grupos que ha visto jamás y que no les ve ni capaces de subir al monte Olárizu?
  3. ESTABLECER LÍMITES. Lxs niñxs necesitan límites para saber cómo comportarse en un mundo adulto. Las normas y límites dan seguridad, confianza, fomentan la autonomía y la autoestima al verse capaces de logar lo que las normas indican, favorecen el autocontrol y la autorregulación emocional. ¿Y qué sucede si no se cumplen esas reglas? Desde luego, la violencia como método de represión está absolutamente descartado. No hay nada tan importante que justifique la violencia o la falta de respeto a un/a niñx. Toda decisión tiene unas consecuencias naturales y es a través de ellas como lxs niñxs aprenden. Cuando por motivos de seguridad o respeto no se puedan experimentar las consecuencias naturales (ej: no podemos dejar que el/la niñ@ se haga daño con un cuchillo para que aprenda que es una herramienta peligrosa), entonces recurriremos a las consecuencias lógicas, respetuosas, razonables, relacionadas con la conducta a modificar, y que busquen el aprendizaje.
  4. RECONOCER LOS APRENDIZAJES. Por ejemplo, que ha llevado el plato de la mesa a la cocina, que ha recogido los juguetes después de jugar, frases como “lo has logrado tu solx”, “aprendes mucho cada día”, “¿cómo te sientes al respecto? Si de vez en cuando utilizamos el refuerzo, recomendamos un refuerzo social o que implique actividades agradables en familia. “una sonrisa, un aplauso, ir juntos al parque que tanto le gusta…”
  5. DEDICARLES TIEMPO. Es preciso dedicarles tiempo, bien levantándose antes, por ejemplo, para salir a dar un paseo, o bien llegar a casa del trabajo, ponerse las zapatillas deportivas y salir a jugar con los patines o la bici.
    Con nuestra presencia ofreceremos espacios de contacto, para establecer vínculos afectivos sólidos, donde lxs niñxs puedan sentirse vistxs, ser “parte de”.
  6. SER UN BUEN REFERENTE. Debemos ser un buen ejemplo para ellxs. Somos su referente y aprenden mucho al vernos. Antes de enfadarnos frente a nuestrx hijx, sería necesario preguntarse si es así como nos gustaría que reaccionaran ellxs con nosotrxs.
    Así pues, es básico el tratar a lxs más pequeñxs del mismo modo que queremos ser tratadas las personas adultas: respeto, amabilidad y firmeza, todo ello contribuye a una crianza positiva y a una mejora de la autoestima.
  7. COMUNICACIÓN. Siguiendo con nuestro recorrido, debe mantenerse una buena comunicación, la educación no puede ser “ordeno y mando”, sin explicar los motivos y justificando las cosas “porque lo digo yo”.
    Si actuamos de esta manera, es probable que lxs niñxs comiencen a cuestionar nuestros valores. Si realmente los tenemos, es mejor explicar las cosas con naturalidad, con un lenguaje que entiendan, con paciencia y poniéndonos en su lugar, comprendiendo su reacción pero, al mismo tiempo, haciéndoles comprender nuestros argumentos e incluso buscar y negociar soluciones.
  8. FLEXIBILIDAD. En el octavo lugar es precisa la flexibilidad. Si tenemos las expectativas muy altas puestas en nuestrx hijx o absolutamente irreales, nos decepcionaremos. Cambiar el chip de “debes hacer así” puede ayudarnos. Tal vez no “deba hacerlo así”. ¿Nos lo hemos planteado? Igual tiene que hacerlo a su manera o de otra forma. No debemos comparar a nuestrx niñx con lo que hagan los de nuestrxs vecinxs, pues cada cual tiene capacidades distintas y nadie puede hacerlo todo bien. Quedémonos con lo positivo de cada cual.
    El objetivo es ser tolerantes, aceptar al niñx que nos ha tocado, no al niñx ideal que nos gustaría tener. Y, si nos cuesta lograrlo, dejarnos asesorar por profesionales que nos guíen en algo tan importante como es la aceptación de cómo son nuestrxs hijxs.
  9. AMOR INCONDICIONAL. En plena ruta montañera con nuestrx guía de montaña hemos llegado a la novena cumbre, esta cumbre se llama amor incondicional, la forma en que se educa a lxs hijxs es en todo punto básica, y para ello las críticas hirientes, las regañinas no van a lograr si no un resultado funesto a largo plazo.
    Todo esto puede provocar baja autoestima y resentimiento, luego es preciso en estos casos hacer un esfuerzo por alentar y educar. Los errores son oportunidades de aprendizaje, y las madres y padres siempre vamos a estar ahí.
  10. SER COMO SOMOS. Ponemos fin a esta ruta montañera coronando la décima cumbre. Al hollarla ponemos el pie en ella, junto a nuestrx guía y nuestro equipo. Es preciso, al haber llegado aquí, asumir las necesidades y limitaciones como madre o padre. Debemos liberarnos de complejos y asumir que nadie es perfecto. Por ello, lejos de mortificarse con las debilidades, nos centraremos en nuestras habilidades y en las cosas que se pueden mejorar.
    Centrarse en el camino hacia la superación, sustituir el pensamiento negativo de la debilidad por el pensamiento de que todo se puede mejorar: esa será nuestra brújula en la crianza positiva, pero ante todo el amor hacia nuestrxs hijxs y recorrer el camino de la mano, aprendiendo mutuamente.
No Comments

Post A Comment