¿Presa del síndrome postvacacional?

¿Presa del síndrome postvacacional?

Si existe una época del año propicia para caer en el síndrome postvacacional es esta.

Las primeras semanas del mes de septiembre suponen la vuelta al trabajo y a la rutina escolar para muchas personas y familias en España. Y todo ello conlleva una mezcla de desesperanza y tristeza.

El proceso de adaptación no es sencillo tras unas largas vacaciones. De ahí surge, precisamente, el denominado síndrome postvacacional, de esa necesaria adecuación al ritmo de vida que habíamos dejado atrás. De hecho, resulta más difícil si esos días de descanso han sido especialmente positivos y el ambiente de trabajo al que volvemos, especialmente negativo.

Y es que, decir adiós al tiempo de desconexión, también digital, parece cada vez más duro. Quizás por el temor a ese día a día que nos espera, cargado de tareas y responsabilidades difíciles de conciliar. Sea como sea, diversos estudios cifran en hasta un 30 % las personas que padecerán síndrome postvacacional en el momento de volver a sus trabajos.

Síntomas del síndrome postvacacional

La reincorporación a la vivienda habitual, a las tareas domésticas cotidianas y, especialmente, al trabajo provocan en las personas la aparición de síntomas más o menos graves. Entre ellos podemos destacar los siguientes:

  • Dificultad para conciliar el sueño.
  • Irascibilidad o merma en el nivel de tolerancia.
  • Falta de capacidad de concentración.
  • Apatía.

Pero, ¿cuándo han de saltar nuestras alarmas? Cuando detectamos otro tipo de síntomas que se alargan en el tiempo, normalmente más de dos semanas.

Cuando el síndrome postvacacional se agrava

Desde Ipace, donde trabajamos la psicología aplicada, sabemos que el periodo de postvacaciones puede resultar duro. Sin embargo, no debemos alarmarnos, pues entra dentro de la normalidad. Se trata de un periodo de adaptación al que todos y todas, en mayor o menor medida, debemos enfrentarnos.

Sin embargo, puede ocurrir que el síndrome postvacacional se alargue más de lo deseado (uno o dos días es lo deseable, más de 15 días puede ser preocupante) o tome un cariz inquietante ante la aparición de síntomas alarmantes, por ejemplo, episodios de angustia o ansiedad recurrentes. En este caso, podríamos ser presa de un trastorno adaptativo o incluso de depresión, que deberían ser tratados desde un gabinete especializado.

Debemos recordar que estos síntomas pueden aparecer también en los y las menores. Niños y niñas acostumbrados a un ritmo de vida totalmente diferente, a pasar mucho más tiempo con sus familias, a ocupar espacios exteriores durante la mayor parte del tiempo, etcétera. El cambio para ellos puede ser también radical y difícil de gestionar.

Cómo hacer que el síndrome postvacacional no se alargue

La incidencia del síndrome postvacacional es muy variable. A los factores internos, por ejemplo, la propia personalidad, se suman otros externos: la duración de las vacaciones, el clima al que retornamos, el apoyo de la familia, si debemos volver al trabajo de manera presencial y un largo etcétera. Sea como sea, podemos brindarte algunos consejos para mitigar el impacto postvacacional:

Volver de las vacaciones con la suficiente antelación para organizarte antes de comenzar la rutina laboral y/o escolar. Contar con tiempo para deshacer maletas, realizar el cambio de armarios o adquirir el material escolar resulta decisivo para comenzar la rutina desde un punto de equilibrio.

Adaptar el horario de sueño poco a poco. Por ejemplo, los días previos a iniciar la jornada laboral es conveniente comenzar a acostarse antes si no lo has hecho durante las últimas semanas.

Utiliza una agenda o una herramienta online para planificar los siguientes días. Anota tareas pendientes, nuevos horarios… Eso te ayudará a visualizar tus responsabilidades y el tiempo del que dispones para organizarte de manera efectiva. Lograrás reducir el estrés.

Retoma cuanto antes tus hobbies: actividades deportivas, clases de relajación, club de lectura… Todo aquello que te motiva durante el año te ayudará a volver a la normalidad con ilusión.

Proyéctate en esos planes otoñales que te hacen tanta ilusión: sesiones de cine, casas rurales con amigos, escapadas a enclaves naturales…, te ayudarán a sobrellevar el síndrome postvacacional.

– Septiembre siempre es un buen mes para adoptar cambios en tu vida: lo de los propósitos de año nuevo también puede venir muy bien en esta época del año. Aprovecha a modificar aquello que te ha creado un gran malestar o desazón antes del verano.

Recuerda que pasar de vivir sin horarios fijos ni preocupaciones laborales a una rutina que se mide por minutos resulta costoso. Lo mejor es que te armes de paciencia, mucha calma y relativices: si otros años has salido airoso o airosa de esta situación, ¿por qué este no? Y si la respuesta es que este año tus tareas a la vuelta van a ser mayores, intenta planificar, priorizar y bajar el nivel de autoexigencia. Algunas cosas siempre pueden esperar.

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